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Maltrato a un alumno con TDA/H

 

MALTRATOAdrián y una clase como Abu Ghraib

  • Imputan a un profesor por atar de pies y brazos a un niño de nueve años
  • El alumno es hiperactivo y tiene el síndrome de falta de atención
  • "El de Inglés lo ató a una silla y le puso en medio de la clase para que todos nos riéramos de él", dice una de sus compañeros en el colegio
  • "Mi hijo vino como ido. A raíz de aquello empezó a hacerse todo encima por la noche", explica la madre

 

VÍDEO: OLMO CALVO

PEDRO SIMÓN MORALEJA (CÁCERES)

Primero fue amarrado por los tobillos a las patas de la silla con cinta de embalar. Luego el maestro le ató fuertemente por las muñecas al asiento. Después le amordazó con la banda adhesiva. Y, cuando el niño aquel ya era la imagen asustada de una esfinge con los ojos muy abiertos, fue arrastrado hasta el medio del aula, frente al resto de los chicos, como el que es colocado frente a un pelotón de fusilamiento. Para que los otros se rieran de él.

Cuando sólo tienes nueve años, estás en tratamiento por un trastorno de déficit de atención e hiperactividad, tomas medicación y tienes un episodio de este tipo, suceden cosas como las que vinieron a continuación.

"A raíz de aquello mi hijo empezó a hacerse todo encima por la noche, a tener terrores nocturnos. Decía que le dolía la tripa, la cabeza, porque no quería volver al colegio. Cada día me lloraba desesperado para que no le llevara. 'Mamá, por favor...'. Y yo le llevaba. Siempre le llevaba. A pesar de que hacerlo era como mandarlo a una tortura diaria".

Ocurrió en Moraleja (Cáceres). En una clase de 4º de Primaria del colegio Virgen de la Vega. Fue el día de Halloween de 2010. Pero lo que da miedo esta vez no es una careta de hombre lobo ni un motosierra de goma. Sino las autolesiones. Aquellos "golpes en la cabeza que empezó a darse" el niño tras el trauma.

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Coria ha tomado declaración a cinco educadores del centro y ha imputado sólo a uno: Diego A., el profesor sustituto de Inglés, está siendo investigado por un posible delito contra la integridad moral.

"Desde los cuatro años empezó con psicólogos. Era supermovido. No tenía paciencia ninguna. Cuando quería algo, lo quería para ya", habla Sonia González, la madre del menor. "Entonces a los seis años ya sabíamos lo que era: le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad [TDAH] y empezaron a darle medicación. Yo siempre les contaba a los profesores lo que le pasa a Adrián, uno a uno lo hacía, soy muy pesada, lo sé. A pesar de que tenían su informe médico en el centro, yo les explicaba su problema, lo que recomiendan los especialistas. Una quiere lo mejor para su hijo".

Estamos en el curso 2010/2011. Como les sucede a los TDAH, a Adrián le cuesta hacer amigos, pero ahí va a clase con su hermano pequeño. Todo en orden: sigue con sus pastillas y con su psicólogo, con sus deberes y con sus coches de carreras. Es el Día de Difuntos y va a recibir un electroshock.

Lo que ocurrió al otro lado de la puerta del aula de la clase de 4º de Primaria no sólo se lo contó aquel día Adrián a su madre ("vino muy mal, muy triste, estaba como ido y me contó"), sino que también lo han hecho los compañeros. Con esa ortografía atropellada del que pone las palabras al galope para que lleguen muy rápido. En cartas manuscritas con una rotundidad asombrosa.

Una niña: "El profesor de Inglés que se llama Diego un día ató a Adrián a una silla con cinta aislante y le tapó la boca con la cinta. También lo sacaba al pasillo y el sitio de Adrián era delante de él para pegarle patadas por debajo de la mesa. Mi amiga y yo nos dimos cuenta porque Adrián se estaba quejando. Le fuimos a decir a Diego que por qué le estaba pegando patadas si no estaba haciendo nada malo y nos castigó sin recreo".

Otro niño: "El de Inglés ató a mi compañero Adrián en una silla. Con pies y manos atadas y la boca tapada con cinta de tapar cajas. Y lo puso en medio de la clase para que todos nos riéramos de él".

Otra compañera: "Un día fue horrible. Yo creo que se pasó mil pueblos. Bueno, cogió a Adrián, lo sentó en una silla, le ató las piernas y los pies con la cinta de envolver los paquetes, le tapó la boca para que no hablara y para colmo le puso en medio de la clase (...). Se lo contamos a Belén [la tutora] y decía que no podía ser, que nos lo estábamos inventando, es decir, que no nos creía".

Otra: "La profesora siempre nos decía que no tocáramos a Adrián porque era muy frágil. Siempre le decía: 'Adrián, tus padres te deberían haber llamado María Dolores".

Otra más: "Nos sentábamos todos juntos por orden de lista excepto a Adrián, [al] que separaba de nosotros. Cuando teníamos Inglés no salía al recreo. Una vez le ató a la silla con cinta aislante porque al estar sentado solo, como marginado, se entretenía con cualquier cosa. Le ató las piernas a la silla y, al querer defenderse Adrián, le ató las manos. Cada vez que pasaba por detrás le metía una patada".

Según el informe forense solicitado por el juzgado y elaborado por el Instituto de Medicina Legal de Cáceres después de explorar al menor -que dota de "veracidad" al relato del pequeño-, las "pesadillas", la "tristeza", la "sintomatología ansiosa", las "psicosomatizaciones", la "baja austoestima" y "el déficit en el control de esfínteres" posteriores podrían hallarse "correlacionados con una percepción de vivencia de maltrato psicológico por parte de los docentes del centros escolar".

(...)

En Moraleja -algo más de 7.000 habitantes- hoy hay un sol de calendario, un instituto, dos colegios de Primaria, una guardería pública, tres gasolineras, tres centros comerciales, una ganadería de toros de lidia, un abuelo que nos hace de guía, un monolito que recuerda a un vecino militar que murió en el Yakovlev y un río donde hoy nadie se moja.

Hablamos con Vicente Pizarro, el director del centro donde ocurrieron los hechos y que fue denunciado junto a otros cuatro docentes por aquella mañana en que la clase fue un Abu Ghraib chiquitito y oscuro.

El director da la mano muy fuerte, nos remite a la Dirección Provincial de Educación y corrobora lo ocurrido.

-El profesor ya no da clases aquí -se apresura a decir.

-¿Qué pasó?

-Es algo que es mejor no recordar...

La madre sí quiere hacerlo.

Hay que fijarse mucho para ver que Sonia tiene algunos padrastros mordidos. No hay que fijarse nada para lo otro: la culpa que muerde.

Dice que se sintió "responsable" de lo que pasó. "¿Puedes creerlo?". Que a veces, después de aquello, se echaba a dormir junto al niño en su cama. "De rodillas". "Porque me sentía culpable por haberle mandado a clase cuando él no quería".

-¿Qué pasó?

-Fui a hablar con el profesor. Cuando llegué, estaba apoyado en la mesa -relata Sonia-. Le pregunté que cómo se comportaba el niño. Me dijo que bien, pero que era muy despistado. "Me han dicho que le has atado", le solté. «Ah, sí», me contestó. Se giró, cogió la cinta de embalar que tenía en la mesa y me dijo: "Sí, mira, con esto he atado a tu hijo".

Los padres de los demás niños fueron hablando con los suyos y confirmando las agresiones. La inspección educativa acusó recibo y elaboró un informe. Los psicólogos le decían a la madre que denunciara lo sucedido. La madre acudió al cuartel de la Guardia Civil en julio de 2011. La Policía Judicial de Coria investigó finalmente lo ocurrido. Junto al docente de Inglés, aparece la Junta de Extremadura como responsable civil subsidiaria. Y luego hay otras cosas que nunca más sabremos pero los niños sí.

"El profesor de Educación Física decía que era un juego meterle pellizcos a Adrián", escribe otro compañero en la documentación que obra en la causa. "Todos los días le teníamos que meter puñetazos, pellizcos... Adrián se quedaba tirado en el suelo y el profesor no nos dejaba que fuéramos para ver si estaba bien. Se quedaba llorando".

Al profesor que impartía Educación Física se le tomó declaración y quedó exculpado. Lo mismo que pasó con el director, la tutora y el psicólogo del colegio. Quedó encausado el maestro de Inglés, ese hombre en el que confluyen todos los alumnos.

"Es increíble que en pleno siglo XXI, en sociedades avanzadas, exista un trato tan injusto a la infancia", señala José María Garzón, el abogado de la madre. "¿Es un niño de nueve años culpable de tener el síndrome de falta de atención? ¿Por qué tenemos profesionales tan poco preparados que hacen daño de esta manera?".

"Yo quiero saber por qué ese ensañamiento con mi hijo. Lo físico se puede borrar. Lo psicológico queda de por vida. No quiero dinero. Quiero que ningún niño con TDAH vuelva a pasar por esto".

Aunque las especialistas que trataron al menor señalaron que -además del tratamiento farmacológico- era necesario "apoyo psicopedagógico por parte del centro educativo", ya conocen el final de esta historia.

Lo que da miedo esta vez, decíamos, no es una careta de hombre lobo ni un motosierra de goma.

(...)

El jueves hablamos con Adrián, durante el recreo, con su madre delante y con todas las cautelas detrás. Lejos del enjambre matinal de gritos y risas.

Charlamos de fútbol, de una novia que no tiene, de sus ojos azules, de lo que molan los coches deportivos, de los malos momentos y de los buenos amigos.

Sólo al final refiere la historia aquella. Sentado. Con las rodillas juntas y las palmas de las manos escondidas entre los muslos. Esta vez como si tuviera la lengua atada con esparadrado.

Adrián le pregunta a la madre.

-¿Esto va a terminar bien, verdad, Sonia?

Fuente:

http://www.elmundo.es/espana.html

Sobre hiperactividad y déficit atencional

 

deficitatenc000Hiperactividad (TDAH)

Fernando Mulas

El concepto de “actividad” se contempla en nuestra sociedad como algo positivo propio de la  naturaleza humana, cuyo óptimo ejercicio de la misma promueve los avances y el desarrollo de activos procesos creativos que cambian inexorablemente los horizontes de la humanidad,  transcendiendo a futuros inimaginables.

     Una persona por tanto muy activa suele ser positivamente considerada sobre todo cuando se asocia la facultad de la creatividad y, aunque en determinados casos esta última sea una característica relevante, desafortunadamente no siempre es consustancial con las personas que presentan un exceso de actividad en el contexto clínico de lo que se denomina “Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad“, bien conocido por su acrónimo de TDAH, en cuyo cuadro clínico están presentes los otros dos síntomas cardinales: la impulsividad y sobre todo la inatención.

     Aunque se usa el término “hiperactivos” para etiquetar a estos niños, el problema  mas relevante y de significación mas trascedente para ellos es el del “déficit de atención”, dado que su persistencia va a condicionar dificultades asociadas del aprendizaje con más que probable fracaso escolar, que suele ponerse en evidencia en edades más tardías respecto a cuando el niño se mostraba sobretodo hiperactivo, ya que con la edad la hiperactividad va disminuyendo. Estos niños son entonces etiquetados como de vagos y poco solidarios, mostrando tendencia a ir a su aire.

      Una actitud negativa hacia ellos provoca que a la larga se afecte su propia consideración o autoestima, que va disminuyendo progresivamente y hace bueno lo de la profecía auto cumplida, ya que de tanto oír comentarios negativos al final se los creen ellos mismos y apenas se esfuerzan. Las dificultades escolares se hacen progresivamente más ostensibles lo que provoca no pocos abandonos en los estudios, así como su marginación y exclusión social, aceptando ellos mismos sin más consideración sus carencias y todas sus limitaciones.

 

     Este cortejo  sintomático fue atribuido inicialmente a una base de disfunción conductual y social, que ahora ha quedado complejamente desechada con la evidencia de las investigaciones de las últimas décadas, considerándose el cuadro clínico como un trastorno del neurodesarrollo que tiene una base fundamentalmente genética de carácter poligénico hasta en un 80% de los casos. Consecuentemente están alterados los sistemas bioquímicos relacionados con determinados neurotrasmisores cerebrales, como la dopamina y la noradrenalina, implicando ello una disfunción localizada preferentemente en el área dorso lateral del lóbulo frontal cerebral.

     Estas disfunciones a su vez condicionan cambios en el tamaño cerebral de estos sujetos que muestran una reducción de un 4% de su volumen total en relación con los grupos controles, aunque tengan una inteligencia normal. También los estudios neurofisiológicos muestran alteraciones relacionadas, como ocurre con los potenciales evocados P300 a estímulos infrecuentes que evidencian un alargamiento de la latencia del potencial y una disminución de la amplitud de la onda. Más recientemente la cartografía cuantificada de las ondas eléctricas cerebrales han demostrado evidencias que categorizan mejor a los niños TDAH. Por tanto hoy día no tienen ningún fundamento los que apuntan a un origen puramente conductual o de personalidad.

     Con estas descripciones publicadas y replicadas por toda la comunidad científica internacional nadie se atreve a cuestionar la base neurobiológica del trastorno,  excepto los que sin fundamento o por creencias subjetivas desoyen lo que demuestra la medicina de la evidencia. Por ejemplo, una persona puede curarse de un proceso tumoral coincidiendo con el hecho de estar tomando una dieta especial, pero mientras no hayan estudios doble ciego y replicados que soporten tal coincidencia, no se puede generalizar que  dicha dieta cura el proceso cancerígeno.

     Una vez demostrado el origen biológico resulta obvio utilizar los recursos farmacológicos que han mostrado evidencias positivas con riesgos inconsistentes en relación al beneficio que se logra con los fármacos estimulantes y los no estimulantes. Los primeros producen efectos dopaminérgicos y los segundos noradrenérgicos en correspondencia con  los sistemas de neurotransmisión afectados, estando implicados los genes responsables del trasporte de dichas sustancias para su adecuada función en la sinapsis cerebral. Debe tenerse presente que el que exista un base genética no quiere decir que el trastorno sea significativo de por vida ni que estos fármacos tengan que tomarse para siempre, pues en nuestra experiencia la mayoría de los casos tratados oportunamente tienen un pronóstico favorable.

     Si al tratamiento farmacológico se acompaña una intervención psicopedagógica en el contexto de una terapia “combinada” adaptada a cada caso concreto, a modo de un traje hecho a medida con carácter individualizado, la evolución cambia muy positivamente. Se consigue una mejoraría académica así como un mayor control de los problemas conductuales y comórbidos que puedan presentarse. Ello repercute en un considerable beneficio en los esfuerzos necesarios a largo plazo, en las repercusiones económicas consecuentes, y en la mejor integración psicosocial futura.

     No hay que dejarse llevar por cantos de sirena que cuestionen las evidencias cuando en estos chicos está en juego su calidad de vida, la de sus familias y su futuro. Al igual a como sin darnos cuenta los hijos nos miran como señal de llamada para que les ayudemos, hay que aprender a mirar a donde están las evidencias que aportan las soluciones más oportunas para la que la actividad que referíamos al comienzo sea más organizada, mejorando las funciones ejecutivas y el control del impulso inhibitorio. Enseñemos a estos niños y adolescentes a madurar en las mejores condiciones posibles, facilitando que sean ellos protagonistas decisorios de su propio y mejor futuro.

 

Fuente:

http://blogs.lasprovincias.es/mihijomellama/

“Todo el mundo habla de niños hiperactivos, pero muy poca gente sabe qué es el TDAH”

 

Sandra Melgarejo

Isabel orjalesSegún Isabel Orjales, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la UNED, el TDAH es “el trastorno más popularmente desconocido”. En su opinión, existen muchos tópicos que interfieren en el diagnóstico y abordaje del TDAH, y falta comprensión en el entorno escolar. Contra esto, Orjales recomienda traducir los protocolos específicos en acciones concretas y ahondar no solo en la detección precoz, sino en la intervención psicoeducativa posterior.

¿Cuál es la situación actual del TDAH en España?

El TDAH es el trastorno más popularmente desconocido. Todo el mundo habla de niños hiperactivos, pero hay muy poca gente que realmente sepa cómo es un niño con TDAH. Todavía existen muchísimos tópicos que interfieren en las medidas que se toman, sobre todo en el ámbito educativo. El problema no solo concierne a los síntomas que tiene el niño en el aula –que se podrían resumir en que se comporta como si tuviera dos o tres años menos que el resto por su inmadurez, aunque pueda tener altas capacidades intelectuales–, sino a la falta de comprensión en el entorno escolar, porque existen muchos docentes que están erróneamente convencidos de que el diagnóstico del TDAH se puede basar solo en lo que ellos ven en el aula y las medidas educativas que toman se basan en sus hipótesis. Así ocurre que hay niños con TDAH que no tienen un perfil exagerado de hiperactividad o que tienen muy buena capacidad intelectual y compensan algunos ámbitos, y que por ello son malentendidos por los profesores.

No obstante, la primera voz de alarma ante un posible caso de TDAH suele darse en el colegio, ¿no es así?

Sí. La impresión popular es, incluso, que hay un sobrediagnóstico de TDAH, que ahora todos los niños son hiperactivos, al igual que en otra época todos eran disléxicos. El problema es que el TDAH es muy difícil de diagnosticar: requiere que puedas comprobar que los síntomas de desatención, hiperactividad, impulsividad, etc., que evolutivamente tienen todos los niños, son más crónicos en este caso y no van a mejorar si no se hace una intervención específica. Y eso requiere tiempo.

¿Por eso se retrasa el diagnóstico y el tratamiento?

Suelo insistir en que la intervención psicoeducativa debe comenzar antes de que se cierre el diagnóstico, cuando los síntomas empiezan a generar problemas y se ve claramente que las medidas educativas normales, escolares y familiares, no dan resultado. Si la intervención se inicia y realmente el niño tiene TDAH, tendrá un cuadro más moderado; y si había otros condicionantes, el niño se estabilizará y el diagnóstico o el descarte del TDAH llegarán antes.

En ocasiones se cuestionan los diagnósticos de TDAH, ¿por qué?

Porque los síntomas que presenta un niño con TDAH son comunes a todos los niños, responden a una inmadurez de las funciones asociadas al lóbulo frontal, que maduran con el tiempo. El problema de los niños con TDAH es que tienen un retardo en la maduración. Lo que pasa es que también son funciones que se educan: la impulsividad se puede reducir, la atención mejora… Los profesores pueden tener dificultades para discriminar si el problema que tiene el niño se puede arreglar con medidas educativas generales, con medidas educativas específicas o con un entrenamiento muy costoso. Pueden pensar que es algo que depende de la voluntad del niño o que requiere más disciplina por su parte.

En este sentido, es importante que los profesores entiendan que ellos son un puntal incuestionable en el diagnóstico porque necesitamos información lo más pormenorizada posible sobre las dificultades que tiene el niño en el aula, pero luego necesitamos mucha más información para poder confirmar sus hipótesis de diagnóstico.

¿Cómo se coordina la intervención educativa con el ámbito familiar y sanitario?

Todavía estamos muy en pañales. Están apareciendo protocolos conjuntos de Sanidad y Educación que son importantísimos, se tienen que ir traduciendo en acciones concretas, pero todavía están más ligados a la primera fase, la detección y el diagnóstico, que a la intervención psicoeducativa posterior. Indudablemente, tiene que haber una conexión muy importante: el médico no puede ajustar la medicación sin la información del impacto que tiene la medicación; y el centro educativo no puede hacer que el niño sea más eficaz a través de programas de intervención y de entrenamiento cognitivo si no está apoyado por un tratamiento farmacológico adecuado.

Fuente:

http://www.comunidad-tdah.com/